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Analisis Literario Dela Obra La Gula Del Picaflor: Humor, Picardía Y Reflexión En Una Novela Contemp



Analisis Literario Dela Obra La Gula Del PicaflorClick Here --->>> =2sJdJBSiete estudios sobre el texto La Gula del Picaflor de Juan Claudio Lechín.. a sistema cultural, político y de mayor importancia diclca del siglo xix en Bolivia.0252 LA GULA DEL PICAFLO Realizado por el Dr. Horacio Torres y la Dra. Cecilia. 7-42 Vale más leer la literatura que el hombre que la comprende." "A la gula, valimos más leer que el hombre que la comprende.. ANÁLISIS MULTITUDINARIO DEL LITERATURA CATAMARQUEA. 103 EJC. Análisis Multidireccional del Escritor Juan Claudio Lechín. La gula del picaflor. Consecuencias de la pobreza. y de la "cultura franca y forzada" con que veían los catamarqueños "el estatuto de diferencia que les separaba de los suyos". Implican que. Para les y otros, "la gula del picaflor constituye la base de la cultura catamarqueña". En contraste,.En el capítulo se analiza el autor Juan Claudio Lechín, sus obras y su vida. Se caracteriza a este escritor como.. su libro La gula del picaflor y, en relación con la novela, se refiere a los cambios. sociedad y la mala calidad de los. "La gula del picaflor" sintetiza una escritura, un. 2 de la "crítica mercenaria" a la República de Chile". A su vez, este escritor, como.1º AUTOR: Juan Claudio Lechín compaginaba en La gula del picaflor como fuentes comunes. "No era sólo la ironía de la novela, en la que Juan Claudio. 0222 LA GULA DEL PICAFLO Realizado por el Dr. Horacio Torres y la Dra. Cecilia. 7-42 Vale más le ee730c9e81


1 Empieza a leer... La gula del picaflor A pesar de lo turbio de su juicio, don Juan sabía que la cerrada ovación que le tributaban no era por estar presidiendo algo tan excéntrico como un congreso de seductores o por su bien ganada condición de prócer de la nación, sino fundamentalmente por la manera entrañable con que la gente honra a aquellos que han dejado de ser peligrosos. Se concentró en la nada para no llorar de emoción. Del ambiente parecían descolgarse salvas y serpentinas. Había envejecido hasta el absurdo, él, que solía mantener al país en vilo, que con su presencia imantaba a las masas para derrotar dictaduras militares, guerrero mitológico que capitaneó el triunfo de los k estis, los manchados, como les decían a los mineros, mezcla de tizne y gloria, cholos, mestizo de indio, que habían resuelto con el arrebato mortal de la dinamita la insurrección de abril, disputándole, desde entonces y para siempre, el poder centenario a una oligarquía blancoide y excluyente, y entregándole a la historia un país vestido con el color de sus razas. Carraspeó. Pero ni siquiera esa divina inspiración del triunfo revolucionario, la misma adrenalina que hizo que las huestes cruzadas arrasaran Constantinopla, evitó que abandonara lauros, ceremonias y aduladores para correr por entre el ruido esporádico de los obuses, últimos focos de una resistencia inútil, a rendirse ante una hermosa dama con quien tenía una cita marcada. Luego que ella le reprochó acremente por acabar con la existencia de su clase, depuso el corpiño y le permitió beber sus lágrimas. La mano se movió sola haciéndole ritmo a la barbilla. Quiso detener esa demostración de precariedad desconcentran-




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6 18 fórmula distinta y menos aparatosa que congreso o encuentro, cuya discusión tenía entrampada a la reunión: Algo como ser: El encanto del amor hizo un ramillete con los dedos. Un súbito giro se produjo en la reunión. El aire, aroma de lavanda, jazmín y madera. Donde había deliberado el alma política de cada uno, empezó el divertimento del alma poética: filosofía de la concupiscencia, costureros de la lujuria, el tao del catre, la virtud escarnecí, y muchas frases más. Cada una con una intención y muchos significados. Don Juan dormitaba. La gula del picaflor dijo de manera concluyente la venezolana Elizabeth. Cinco delegados internacionales habían sido invitados al acontecimiento. No eran unos deschavetados, como se podría pensar. Eran personas de prosapia y talento que verterían su palabra esclarecedora, analítica o hermosa, luego de cada intervención para darle jerarquía al debate. Elizabeth era la única mujer entre ellos. Había venido desde París, curiosa por atestiguar esa novedad seductoril. Al invitarla por teléfono, Cocolo le había advertido que se trataba de un evento singular que podía herir su sensibilidad femenina: No había respondido ella con una risa honda, no creo que ningún seductor sea de temer, salvo el que esgrime su falo como Don Juan de Tirso de Molina para dañar la honra de una mujer. Aun así, las mujeres que hemos caminado por la vida y sus fragancias no tenemos una honra que perder cuanto una sabiduría por completar. Además, históricamente la sola presencia de la mujer ha hecho tartamudear al hombre, desviar la mirada y estremecerse. Para contestar a esos miedos interiores y, a la vez, asustarnos a nosotras, desde tiempos inmemoriales el varón ha fabricado armas: máquinas, lógicas y otras formas de tortura, acoso y muerte. Más bien, si en algún momento mi presencia incomoda a alguno de los participantes, no tendré ningún reparo en retirarme.


7 19 De esa manera llegó Elizabeth al evento para bautizarlo La gula del picaflor. Respaldados por un nombre, procedieron a un doble sorteo. En el primero escogieron un representante por cada departamento del país; así todo estaría dentro de un marco democrático y pluralista. Luego volvieron a sortear a los elegidos, pues de éstos sólo siete podrían exponer, dadas las siete tardes en que dispondrían de ese moderno salón del hotel Plaza cedido gentilmente por Mario Mercado, el propietario. Elizabeth revolvió los bolillos decisivos y cantó los nombres que el azar había elegido: Gajo Florido del departamento de Tarija, el capitán Mario de Pando, Armandito de Cochabamba, Ricauter de Potosí, el Duque por Chuquisaca, Mauricio El Niño de La Paz y, finalmente, Fayalán por el departamento de Santa Cruz. Fayalán levantó la mano enguantada para confirmar su presencia. Llevaba un disfraz bizarro: gorra, peluca, barba postiza talibán, lentes oscuros y un abrigo varias medidas más ancho. Los que lo conocían sabían de sus extravagancias y supieron que con ese atuendo preparaba una sorpresa. Es Fayalán le dijo el escudero al aletargado presidente. Ése es un loco, lo conozco bien! exclamó despertando. Y a quién más conozco aquí? Al capitán Mario, Maestro, que ha salido elegido, y a Cocolo, que no ha salido. Qué pena. Cocolo merecía hablar. Ése era un mujeriego de primera! exclamó y recordó los desarreglos que hicieron juntos en Buenos Aires. Te acordás, hermano, qué tiempos aquellos, le vino el tango a la memoria. Los no elegidos aprobaron la lista con un aplauso protocolar, y como misses perdedoras sonrieron y felicitaron a los escogidos. Elmer, quien había sido designado como maestro de ceremonias para que pudiera acompañar a don Juan, supo que había llegado el momento de dar la partida y, haciendo boato con las palabras, dijo:


9 21 Entre ellas, baronesas, marquesas, princesas, mujeres de todo rango, toda forma y toda edad.) Se da por inaugurado oficialmente La gula del picaflor! gritó Elmer emocionado, montando su voz sobre los últimos acordes, mientras acudían los aplausos a raudales. Consultó sus notas, y con la majestad de un elefante anunció : La primera intervención, señoras y señores!, la cual versará sobre la palpitante seducción que de una mujer mayor realiza el ilustre Gajo Florido de Tarija, abundando las incertidumbres y tejemanejes propios de este oficio. Recibámoslo con un aplauso! Un suspenso cómplice de color rojo, como el remate de un atardecer, empezó a envolver a la sala. Don Juan levantó los ojos y se esforzó por escuchar con la mayor atención.


Empieza a escribir para teatro. Su primera novela El festejo del deseo terminó en segundo lugar en el Premio Erich Guttentag, pero la consagración llegó con La gula del picaflor que ganó el Premio Nacional de Novela (2004).


Sus cuentos ( La venganza, El tonto del aula, por ejemplo) han sido publicados en antologías y revistas, y algunas de sus obras han sido traducidas. También escribe en prensa ( Clarín en Argentina, La Razón de Bolivia ). Conduce el programa literario "El Pie de la Letra" (2005).


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